Publicado: 19 de Noviembre de 2019

España es referente mundial de la gastronomía y el deporte, ¿por qué esto no se refleja en las cifras de obesidad infantil?.

En la actualidad, más de un tercio de los niños y adolescentes (34,9 %) padecen sobrepeso u obesidad. Para que nos hagamos una idea, esta problemática afectará a siete niños de una clase de veinte, y tiene implicaciones en distintas esferas. En el ámbito de la actividad física, estamos ante una generación cada vez más sedentaria –el 63,6 % no realiza los 60 minutos al día de actividad física moderada o vigorosa que recomienda la OMS– y más absorbida por las pantallas –destinan más de tres horas al día a ellas durante la semana y cinco horas el fin de semana, muy por encima de las dos horas diarias que recomienda la OMS. Antes, el problema de muchos padres era conseguir que sus hijos regresaran a su casa porque pasábamos horas y horas jugando en las calles y en los parques. Parece que ahora el reto es conseguir que los niños y niñas salgan a jugar fuera debido a la adicción a las pantallas.

Los hábitos de alimentación son también un reflejo claro de esta situación. Si bien empezaba el artículo expresando el orgullo de sentirnos herederos de la dieta mediterránea, el estudio evidencia el deterioro del nivel de adherencia a este tipo de dieta. Demasiados niños y adolescentes siguen hábitos de alimentación que van en detrimento de su salud como son desayunar bollería industrial (31,7 %), comer en un restaurante de comida rápida al menos una vez a la semana (23,1 %) o consumir dulces y golosinas varias veces al día (22 %). En cambio, hábitos que aseguran un buen estado de salud, como es el consumo de frutas y verduras, tienen una incidencia mínima en la dieta de los más pequeños. Solamente un 15,9 % de la población infantil y juvenil declara consumir al menos cuatro raciones de fruta y/o verdura al día.

Los malos hábitos también tienen su reflejo en el descanso: nuestros niños descansan menos de lo recomendado por la National Sleep Foundation –de 9 a 11 horas diarias en población infantil y de 8 a 10 horas en población adolescente–. El sueño es un mecanismo reparador y esto bien lo sabemos los deportistas profesionales. Recuerdo lo complicado que era para mis padres conseguir que mis hermanos y yo nos fuéramos a la cama pero siempre se apoyaron en rutinas –nos íbamos a dormir cada día a la misma hora– para conseguir que descansáramos las mismas horas.

El bienestar emocional de los niños y jóvenes es, sin duda, uno de los aspectos que más preocupan y que solemos dejar de lado. Más de un 20 % de la población infantil y adolescente declara sentirse preocupado, triste o infeliz. Este porcentaje es superior entre las niñas y jóvenes y mayor en la adolescencia respecto a la etapa infantil. Aunque pueda parecer una cifra baja, resulta preocupante que personas de tan corta edad atribuyan a su estado emocional adjetivos que no deberían formar parte de su vocabulario habitual. Por eso, como padres, buscar espacios de diálogo con vuestros hijos e hijas puede ser una buena herramienta para aseguraros de que se sientan bien. En mi casa, solíamos aprovechar las comidas en familia para hablar de los temas que nos preocupaban o nos habían ocurrido durante el día. No había nada mejor que compartir historias alrededor de la mesa.

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