Publicado: 2 de Octubre de 2024
Tres de cada cuatro muertes prematuras por causas cardiovasculares podrían evitarse si adoptamos hábitos de vida saludables. ¿En qué consiste? Básicamente en comer de forma saludable, en no fumar ni beber alcohol y en hacer ejercicio físico regularmente e intentar alcanzar al menos 150 minutos de actividad física aeróbica moderada a la semana, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Según Andrés Íñiguez, presidente de la FEC, cuando hablamos de muertes prematuras nos referimos a aquellas que ocurren por debajo de los 70 años. “En 2022, último año del que hay datos completos disponibles, fallecieron en nuestro país, de forma prematura por alguna enfermedad cardiovascular 17.400 personas. Esto quiere decir que casi 14.000 de esas muertes podrían haberse evitado”, ha subrayado el presidente de la FEC.
Alimentos que hay que evitar
Gemma Chiva-Blanch, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), recuerda la importancia de una alimentación saludable y alerta de que hay ciertos alimentos que, en exceso, pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Carnes procesadas
La carne procesada es aquella que ha sido transformada mediante salazón, curado, fermentación, ahumado, marinado, adobo u otros procesos destinados a mejorar el sabor y preservar el alimento, según la Organización Mundial de la Salud. Ya en 2015 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasificó a la carne procesada como un carcinógeno humano, lo que implica que hay evidencia de que puede elevar el riesgo de varios tipos de cáncer.
Entonces, ¿a qué nos referimos con carne procesada? Se trata de embutidos, salchichas, salchichas frankfurt, beicon y otras carnes procesadas contienen altos niveles de grasas saturadas, sodio y algunos aditivos. Este tipo de carnes, además de cáncer, también pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular, como el colesterol, la presión arterial y, por lo tanto, el riesgo de infarto.
Carnes rojas
Las carnes rojas también fueron estudiadas por la IARC y se ha clasificado como grupo 2A, es decir, probablemente cancerígena para las personas.
Chiva-Blanch recuerda que a pesar de ser una fuente de proteínas y hierro, el consumo excesivo de carne roja, especialmente las variedades grasas, se asocia con un mayor riesgo de enfermedades del corazón a causa de su alto contenido en grasas saturadas.
No obstante, también hay que tener en cuenta qué parte de la carne consumimos, ya que no será igual un trozo más graso que otro magro.
Las recomendaciones nutricionales aconsejan no superar las tres raciones de carne a la semana. De esas, solo una debería ser de carne roja (cerdo, ternera) y si se sustituye, mejor. Las otras dos raciones deberían ser de carne blanca (pavo, pollo, conejo).
Alimentos fritos y aperitivos salados
Todos los alimentos fritos e industriales contienen una gran cantidad de grasas trans y tienen el ‘poder’ de elevar el colesterol LDL, conocido como malo. Así hay que intentar eliminar del todo o consumir en raras ocasiones las patatas fritas, los buñuelos, los alimentos rebozados y otros fritos.
Este tipo de alimentos suelen contener también gran cantidad de sal y azúcar. Así que este exceso de calorías puede hacer que aumente el colesterol, la presión arterial y, por supuesto, conllevan un aumento de peso.
Bebidas azucaradas
Hay que acostumbrarse a beber agua en las comidas y en las celebraciones. Tendemos a pedir un refresco, repleto de azúcar, cuando salimos con amigos, o a pedirle un zumo a los niños. Este último también está lleno de azúcar, incluso si es casero.
Si queremos tomar algo podemos optar por el agua, incluso añadirle unos trozos de fruta, optar por el agua con gas, pedir una infusión o un café. Eso sí, a estas últimas no les añadamos azúcar.
Otra cosa de la que hay que huir son las bebidas energéticas, también con un gran contenido en azúcar, y otras sustancias estimulantes como la cafeína, que no aportan beneficios para la salud. Chiva-Blanch añade que estas bebidas “contribuyen al aumento de peso, la diabetes y otros factores de riesgo para las enfermedades del corazón”.
Productos de bollería industrial y alimentos precocinados
Los productos de bollería tampoco son una buena opción, ya vengan en forma de croissant o helado. Estos dulces suelen contener mucho azúcar, grasas de distinta procedencia y calorías vacías, según la Fundación Española de Nutrición.
Su consumo aporta poco, aparte de acostumbrar, especialmente a los niños, a comer cosas dulces y abandonar otros alimentos más sanos, como frutas y verduras.
Por otro lado, los alimentos precocinados aportan demasiada grasa y sal, además de favorecer los procesos inflamatorios por lo que es recomendable reducir lo más posible, e incluso eliminar, su consumo.
Asimismo, Chiva-Blanch añade que “muchas sopas y cremas envasadas contienen altos niveles de sodio, que pueden aumentar la presión arterial y el riesgo de problemas cardíacos”.
Cereales azucarados
Muchos cereales para el desayuno, especialmente los dirigidos al consumo infantil, contienen altos niveles de azúcar añadido. Lo ideal es optar por cereales integrales o por semillas ambas con bajo contenido en azúcar y añadir fruta fresca o frutos secos para obtener un desayuno saludable y nutritivo.
Alcohol en exceso
El consumo de alcohol no tiene beneficios para la salud y no hay cantidades recomendadas seguras. Lo que sí hay, según explica a CuídatePlus Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, son “cantidades que no suelen producir ningún tipo de problema o toxicidad aunque tampoco tienen ningún tipo de respuesta positiva”.
Esta cantidad sería para el hombre unos 10 gramos de alcohol, lo que equivale a dos bebidas fermentadas, es decir, dos vasos pequeños de vino, o dos cañas pequeñas o dos botellines (quintos) de cerveza para el hombre y uno sólo para las mujeres.
No hay que olvidar que el alcohol se asocia con patologías como el cáncer, enfermedades infecciosas, digestivas y cardiovasculares, ya que favorece el aumento de la presión arterial, arritmias o miocardiopatías.
¿Qué comemos para el corazón?
Llevar una dieta dieta equilibrada, preferentemente que siga el patrón mediterráneo es lo ideal para la salud de nuestro corazón. Este tipo de alimentación prima los cereales integrales, las verduras y frutas frescas y de temporada, así como el aceite de oliva como grasa culinaria, el pescado, las carnes blancas y los frutos secos.
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