Publicado: 27 de Marzo de 2024

En España, cada persona consume de media 9,8 gramos de sal al día. Esto representa casi el doble de la cantidad recomendada por la OMS, que es de cinco gramos al día. Esta realidad es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que el consumo excesivo de sal se asocia a enfermedades graves como la hipertensión arterial o a problemas del riñón como la enfermedad renal crónica.


Por qué el exceso de sal daña los riñones

Existe amplia evidencia sobre la influencia del consumo excesivo de sodio (uno de los principales componentes de la sal de mesa) en diversos problemas renales, tal y como ilustra la Fundación Nacional del Riñón de Estados Unidos.


El grupo de expertos británicos Action on Salt, con base en la Universidad Reina María de Londres, explica que este efecto deletéreo se explica por la función que cumplen minerales como el sodio y el potasio en la eliminación del exceso de agua del torrente sanguíneo.


Y es que, para el filtrado correcto de la sangre, es necesario que exista un balance adecuado de sodio y potasio en el cuerpo, de manera que el agua es traspasada desde el torrente sanguíneo a un canal que la recolecta en el riñón. Cuando este equilibrio se rompe, por ejemplo por una dieta con exceso de sal, la función renal se reduce; a su vez, la acumulación de agua en los vasos sanguíneos del riñón aumenta la tensión sanguínea y esto puede dañar los tejidos, resultando en enfermedad renal.


Un mayor riesgo de piedras en el riñón

Por otro lado, disponemos de evidencias que indican que la ingesta excesiva de sal se relaciona con otros parámetros que predicen un declive del funcionamiento adecuado de los riñones como, por ejemplo, con niveles elevados de proteínas en la orina (proteinuria).


También, las dietas con alto contenido en sal se relacionan con la aparición de cálculos renales, ya que el exceso de sodio aumenta la cantidad de calcio eliminado con la orina.


Cabe señalar que se ha encontrado que los riesgos son mayores para determinadas personas, como aquellas con ancestros de etnia negra o del sur de Asia, con infecciones renales persistentes, con enfermedad de Crohn o con diabetes.


Opciones para sustituir la sal en los alimentos

Si sumamos estos efectos negativos a los que el exceso de sodio en la dieta puede tener sobre el riesgo de padecer problemas cardíacos como hipertensión, es fácil entender por qué las recomendaciones tienden a enfatizar la reducción del consumo de sodio.


Para ello, existen opciones como los sustitutos de la sal, que a menudo contienen una menor concentración de sodio y en cambio una mayor cantidad de potasio en potasio. También es posible recurrir a diversas especias, como la pimienta, el ajo en polvo o la cebolla en polvo.


La mayoría de las personas pueden beneficiarse de reducir el sodio que incluyen en su dieta. Especialmente, deberíamos plantearnos emprender este cambio si padecemos de problemas metabólicos o cardiovasculares, ya que es la forma en la que podremos reducir en mayor medida nuestro riesgo de sufrir complicaciones graves.


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