Publicado: 26 de Diciembre de 2019

Un grupo de trabajo se encargó, allá por 2017, de adaptar las guías clínicas de algunas dolencias para poder hacer un seguimiento domiciliario y seleccionó unos perfiles de pacientes: aquellos con insuficiencia cardíaca, diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y fibrilación auricular. El plan era que pudiesen medir, desde su casa, algunos parámetros como la presión arterial, el nivel de glucemia en sangre, el peso y el índice de masa corporal, la saturación de oxígeno, la frecuencia cardíaca y el rango de coagulación (INR). “El objetivo no es aliviar la demanda en la consulta, sino ser más proactivos y adelantarnos a posibles agudizaciones de su patología”, apunta Calle. Los propios pacientes eran quien, una vez por semana, incorporaban telemáticamente los datos a su historia clínica, que eran luego revisados por sus equipos de atención primaria.

Ramon Canay fue el primer paciente en Telea. Vive en Alón de Arriba, una aldea a cuatro kilómetros de Santa Comba. Es hipertenso desde hace 20 años. "Yo ya me solía medir la tensión desde casa y la llevaba escrita en un papel al médico. Ahora es más cómodo", explica el hombre, de 75 años. Se toma la tensión dos veces al día cada dos semanas y su hija, María Dolores, se encarga de incorporarlos a la plataforma informática. "Siempre tuvo tensión de bata blanca: cuando veía al médico, se ponía nervioso. La que se toma en casa es más real", señala la hija. Según Calle, el 100% de los pacientes de la prueba piloto prefería hacer los controles en su domicilio y los resultados en salud, además, mejoraron. El 90% de los hipertensos tuvieron mejores niveles de presión arterial y se redujeron los ingresos hospitalarios entre aquellos con insuficiencia cardíaca. “Los pacientes con diabetes tienen cifras de hemoglobina glicosilada [el promedio de glucosa en los últimos tres meses] mejores que cuando vienen a la consulta. Los datos nos indican que están mejor seguidos”, concluye Calle. El análisis del despliegue en el resto de Galicia aún se está cocinando, pero los primeros datos apuntan a que se ha reducido un 27% los ingresos de pacientes con insuficiencia cardíaca.

Telea se ha convertido en una iniciativa de éxito que ya se ha instalado de forma generalizada en el Sistema Galego de Saúde (Sergas). Pero no es la tónica real de lo que ocurre con otros proyectos de atención sanitaria a distancia. De hecho, según los expertos consultados, el universo de la telemedicina es muy variable en todo el territorio español, carece de una hoja de ruta común y avanza —o retrocede— a voluntad de los profesionales y administraciones al mando. “La sensación es que telemedicina parece que hace todo el mundo , pero la realidad es que estamos perdiendo la gran oportunidad para mejorar los problemas de accesibilidad. Hay muy pocos programas formales”, valora David Moreno, presidente de la Sociedad Internacional de Teledermatología.

CONTRA LAS LISTAS DE ESPERA

Con las dilatadas listas de espera que asuelan al sistema sanitario  “Hay una cultura fuerte en cosas concretas y ciertas especialidades están más adelantadas por la presión asistencial y las listas de espera. Que un médico de atención primaria saque una foto al paciente y la traslade al dermatólogo es un privilegio”, sostiene Rodrigo Gómez, experto en telemedicina y gestión de la innovación. Aunque no hay un consenso claro sobre las bonanzas en la accesibilidad. “El proyecto de telemonitorización vasco Osarean, por ejemplo, aumentó el número de consultas, en vez de bajarlas”, valora Fernando Alonso, coordinador del grupo de trabajo en nuevas tecnologías de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. “Mejorará la calidad y la eficiencia, pero las listas de espera no lo sé. Las listas pueden acabar siendo móviles y priorizar por la urgencia según la evolución del paciente. Aunque como ciudadanos tenemos que saber que uno, tal y como sube en la lista, puede bajar”, continúa Josué Sallent, director de la Fundación TicSalut Social de Cataluña.

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