Publicado: 23 de Mayo de 2023

El año pasado se diagnosticaron 33.000 casos de cáncer de mama en España, 90 cada día. La cifra, leída así, abruma porque muestra la magnitud de la enfermedad. Es el tumor más frecuente en las mujeres, pero también uno de los de mejor pronóstico gracias a una fórmula que tiene varios sumandos: cribado de la enfermedad, diagnóstico precoz, tratamiento personalizado e investigación para seguir avanzando en el conocimiento del tumor y en nuevos tratamientos. El protagonismo de las pacientes, a través de la formación y el autocuidado, complementa la fórmula porque el primer apoyo en el cáncer de mama es la persona que lo sufre. Es así en cualquier diagnóstico, pero especialmente si la noticia es una recaída.


Miguel Martín, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, califica el abordaje que se ha hecho del cáncer de mama desde hace años como una historia de éxito. Al margen de otros factores, lo atribuye a la implicación de las mujeres, a su lucha constante: “Esto hace que se puedan investigar nuevos medicamentos, están siempre dispuestas a participar en ensayos clínicos y nunca tiran la toalla. Son más resilientes que los hombres, valoran más cada minuto de vida que ganan”.


En el ámbito de la investigación, el conocimiento molecular del cáncer de mama ha sido determinante en los últimos años porque ha permitido caracterizar mejor los tumores y avanzar en el tratamiento personalizado. Así, dentro del subtipo de cáncer que representa el 70% de los diagnósticos, conocido como luminal, hay dos entidades clínicas muy diferenciadas. Ambos son sensibles a tratamientos hormonales. “Hay uno más pequeño, poco agresivo, que habitualmente se opera, no precisa quimioterapia y con tratamiento hormonal suele funcionar bien”, explica Josefina Cruz, oncóloga del Hospital Universitario Canarias. El segundo también tiene receptores hormonales que pueden ayudar a los oncólogos a controlarlo con tratamiento hormonal, pero la cara que muestra es muy distinta: “Sus células son más agresivas, crecen más rápido y precisan quimioterapia antes o después de operar”. Este subtipo, además de ser más agresivo, también registra más probabilidades de recaída.


¿Y si el cáncer reaparece?


Aunque la gran mayoría de los cánceres de mama se diagnostican en estadios iniciales, una de cada cinco pacientes sufrirá una recaída a lo largo de su vida, gran parte en los dos primeros años, pero también más allá de los cinco, 10 e incluso 15 años. Para determinar las probabilidades de que el tumor cobre vida de nuevo, hay una serie de datos clínicos como el grado histológico de la enfermedad, el tamaño del tumor o el número de ganglios axilares invadidos. Además, señala Miguel Martín, “existen las nuevas plataformas genómicas, unas herramientas muy sofisticadas que consisten en el análisis del RNA del tumor y que nos van a decir qué pacientes tienen buen pronóstico y no necesitan un tratamiento agresivo, frente a las que sí tienen mal pronóstico y lo necesitan”.


La iniciativa Cuenta contigo, puesta en marcha por Lilly en colaboración con la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), se dirige a las pacientes que pueden sufrir recaídas tras la cirugía o la quimioterapia, y que la gran mayoría se corresponden con pacientes con criterios clínicos de alto riesgo de recidiva. Su objetivo es promover el conocimiento y el autocuidado para que afronten esa situación en la mejor condición posible. Hay dos recidivas posibles: en la propia mama, con mejor pronóstico terapéutico, y en órganos como el hígado, el pulmón o el hueso. En el segundo caso, de momento no hay curación, pero sí existe la posibilidad de prolongar la esperanza de vida “porque tenemos muchas alternativas y modalidades de tratamiento diferentes”, apunta la doctora Josefina Cruz. El proceso vuelve al punto de partida, hay que estudiar el tumor y comprobar si es sensible a hormonas. “Vamos a tratar a la paciente según el nombre y apellidos de la enfermedad en ese momento, porque, a veces, los tumores cuando han aparecido inicialmente son de un subtipo y el que aparece en la recaída puede haber variado”, explica la especialista.


Personalizar la atención a las pacientes con cáncer abarca el tratamiento, pero va mucho más allá. Detrás de cada diagnóstico hay una persona con necesidades y requerimientos distintos que precisan una respuesta individualizada. Paula González, miembro de la Federación Española de Cáncer de Mama, recuerda la frase que le dijo una enfermera el primer día de tratamiento: “No hay enfermedades, sino enfermos”. Esa idea le ayudó mucho a asumir un papel protagonista en su enfermedad. Ese es otro de los cambios profundos que ha experimentado la oncología en las últimas décadas. Ahora se tiende a que las decisiones terapéuticas sean compartidas entre los equipos de especialistas y las pacientes. Es un enfoque que actúa como un lubricante, permite crear un clima que lo facilita todo, confiesa Paula. “Sin la confianza que tengo en mi médico a día de hoy me hubiese costado mucho más”.


Nuevos retos asistenciales


Uno de los efectos de implicar al paciente todo lo posible en el proceso es que mejora el cumplimiento terapéutico, por ejemplo, una vez superada la fase aguda de la enfermedad. Josefina Cruz señala que “hay que insistir en que el tratamiento ayuda a disminuir el riesgo de que el cáncer vuelva. Hay pacientes que sí, lo llevan más a rajatabla, y otras que pueden tener efectos adversos en su día a día y pueden tener la tentación de abandonar el tratamiento”.


A Paula González le diagnosticaron el tumor con 28 años, edad en la que todavía no se aplican los programas de cribado de cáncer de mama, una medida fundamental en la detección precoz de la enfermedad, lo que se traduce a su vez en un mejor pronóstico. La consecuencia inmediata es que aumenta la supervivencia porque se curan más enfermas. Otro efecto menos conocido es que reduce lo que los especialistas denominan ‘carga terapéutica’ para curar a una paciente. “Si capturamos un tumor en un estadio avanzado aunque todavía curable, para tratarlo hay que poner quimioterapia, hormonoterapia, radioterapia… mientras que si se diagnostica un par de años antes, posiblemente pueda curarse solo con terapia hormonal”, explica Miguel Martín. Además de aumentar las probabilidades de curación, un tratamiento menos agresivo reduce las secuelas que pueden llegar a condicionar mucho la vida de las pacientes.


El número de mujeres que sobreviven al cáncer es, afortunadamente, muy elevado, y eso plantea retos asistenciales porque, aunque están curadas, tienen necesidades por los tratamientos que han recibido y porque han de pasar revisiones periódicas. ¿Están bien cubiertas esas necesidades? La asistencia oncológica en los hospitales está enfocada al tratamiento de las fases agudas, con un seguimiento de cuatro o cinco años, pero no más allá. En opinión de los oncólogos, sería necesaria una buena conexión de los servicios especializados con la medicina primaria para que las pacientes recibieran una atención integral. En palabras de Miguel Martín, “para lograrlo necesitamos que los médicos de primaria estén seguros de que en cualquier momento pueden conectar con el hospital para resolver cualquier asunto relativo a una paciente y no se les cargue con una responsabilidad que puede llegar a resultar abrumadora”. Lograrlo completaría la fórmula que ha cambiado la perspectiva del cáncer de mama.


Ver noticia en: https://elpais.com/sociedad/2023-05-23/la-formula-360-que-ha-cambiado-el-pronostico-del-cancer-de-mama-y-reduce-el-riesgo-de-recaidas.html