Publicado: 3 de Junio de 2022

Nada más derribar a Novak Djokovic en los cuartos de final de Roland Garros, Rafael Nadal lanzó un enigmático mensaje "No sé qué pasará después del torneo". Días antes del enésima demostración de épica en tierra batida, el español ya dejó entrever que el duelo contra el serbio podía ser el último partido de su carrera en Francia. Dos avisos que ponen en guardia al tenis mundial ante una posible retirada inminente del tenista que más Grand Slam ha conquistado en la historia. Aunque no se han dado detalles sobre el estado físico de Nadal, la enfermedad de Müller-Weiss parece ser la causa que nubla el futuro a corto plazo del manacorí.


Lo de 'el más grande de la historia del tenis' no se debe exclusivamente a sus títulos y logros con la raqueta, que también. Su grandeza reside en hacerlo con una clara desventaja: la enfermedad de Müller-Weiss que le diagnosticaron con 19 años. "Algunos me dijeron que no creían que podría volver a jugar a una intensidad alta", ha dicho en alguna ocasión el propio Nadal, pero él ha hecho mucho más que simplemente jugar a una intensidad alta.


La enfermedad de Müller-Weiss es una lesión que afecta al escafoides y se encuadra dentro de los cuadros que se conocen como necrosis avasculares de huesos del pie. "En sus orígenes seguramente se produce por un incremento de presiones que recibe la mitad lateral del escafoides, entre otro hueso que es el astrágalo, que está por detrás, y otro hueso que son los cuneiformes, segundo y tercero, que están por delante.


Ese incremento de presiones genera episodios transitorios de pérdida de vascularización y episodios de necrosis que debilitan el hueso. Y el debilitamiento del hueso va a producir un progresivo aplastamiento, una progresiva pérdida de forma del escafoides que es el hallazgo radiográfico más incipiente que observamos en estos pacientes", explica Ángel Orejana, profesor del Grado de Podología de la Universidad Complutense, que precisamente estaba presente cuando el doctor Ernesto Maceira, uno de los mayores expertos en Müller-Weiss, diagnosticó a Nadal.


Orejana indica que a medida que la enfermedad avanza, el aplastamiento del escafoides es cada vez mayor y en ocasiones se producen en esa mitad lateral del hueso procesos de rotura que en algunos deportistas pueden confundirse con fracturas de estrés convencionales. "Esos procesos de fracturas no son más que una imagen radiológica evolutiva de la enfermedad. Conforme avanza se empiezan a formar procesos artrósicos entre la articulación que forma el estrágalo con el escafoides y el escafoides con las cuñas y es en ese momento -bien en el de la fragmentación que aparece un trazo de fractura o bien en el de la artrosis, más o menos evolucionada- cuando la mayor parte de los pacientes consultan por los síntomas dolorosos que se derivan", añade.


Es decir, es una enfermedad que cursa con dolor. Si no se trata, es limitante para las actividades de la vida diaria, incluso caminar. "La enfermedad es progresiva, como todas las artrosis, y la evolución es particular de cada sujeto, no se puede predecir pero, si no se trata en los estadios donde aún existe más movilidad de las articulaciones y, por lo tanto, es más fácil que el tratamiento conservador tenga buenos resultados, el pronóstico es que se desarrollará un pie doloroso con limitación funcional importante para la vida diaria y un cuadro artrósico severo en esas articulaciones".


El diagnóstico se realiza porque el dolor les lleva a consultar con un especialista. "Es verdad que cuando les preguntas tienen otros síntomas, algunos se quejan de inestabilidad en el tobillo, de esguinces de repetición, de desgastar el calzado mucho por el borde externo o incluso algunos cuando tú les preguntas te confirman que sufren episodios de dolor de rodilla, fundamentalmente por la mitad interna, porque una de las asociaciones clínicas que tiene esta enfermedad es la predisposición a problemas de rodilla que afectan sobre todo a la mitad interna de la misma", apunta Orejana.


En el deporte de élite no han trascendido otros muchos nombres con lesiones similares, pero el especialista señala que en el baloncesto profesional, especialmente en el estadounidense, seguro que hay casos.


Para tratar esta enfermedad hay dos líneas: la conservadora y la quirúrgica. "La línea conservadora se basa en disminuir la fuerza compresiva que soporta el escafoides mediante la colocación de elementos ortopédicos, de plantillas ortopédicas, que vuelquen el pie hacia dentro, que pronen el pie. Es necesario que la plantilla prone el pie aunque clínicamente vemos en muchos de estos pacientes una tendencia al pie plano, pero son pies planos paradójicos porque, aunque la forma es un poco aplanada, el funcionamiento de ese pie es justo lo contrario, es supinado, volcado hacia fuera, por tanto el tratamiento ortopédico debe volcar hacia dentro el pie, fundamentalmente el tarso", detalla Orejana.


Es precisamente la solución que en 2005 siguió Nadal, unas plantillas (y zapatillas) especiales. "Es importante que la plantilla nos posicione el pie en esa situación de pronación porque es el único aspecto que nos permite disminuir las fuerzas deformantes que soporta el escafoides. Si esto lo conseguimos normalmente para la vida diaria el paciente mejora mucho su dolor, pudiendo llegar a controlarlo, y si nos metemos en el mundo deportivo, estos pacientes necesitan además que los calzados, sobre todo en deportes donde hay desplazamientos laterales, tengan mayor apoyo por el borde externo. De hecho, las zapatillas de tenis todas lo tienen porque son desplazamientos laterales, una prolongación, un aumento de la base de sustentación del calzado por el lado externo para favorecer que el pie se meta un poquito para dentro", desarrolla Orejana.


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