Publicado: 18 de Noviembre de 2019

Existe gran controversia sobre la efectividad de los medicamentos conocidos como Sysadoa, que cuestan a Sistema Nacional de Salud 36 millones al año.

La posición de la industria también es clara. Un portavoz de Farmaindustria (la patronal de las farmacéuticas) explica que, al ser una enfermedad crónica, la artrosis requiere medicamentos con los menores efectos secundarios, algo que cumplen los Sysadoa. “Los antiinflamatorios solo pueden ser adecuados como tratamientos de ataque y puntuales, dado su perfil de seguridad, cuestionable a largo plazo. La desfinanciación de grupos de medicamentos como los condroprotectores de las articulaciones [Sysadoa] tan solo puede conllevar a la larga un crecimiento de otras alternativas más complejas y costosas, como las infiltraciones intraarticulares o las prótesis de cadera”, asegura este portavoz.

La desfinanciación de estos principios activos impactará directamente en las cuentas de resultados de las empresas que los comercializan, aunque la industria defiende que —basándose en el estudio Artocad, de 2006— “solo” el 5% del coste del tratamiento de la artrosis en España corresponde a los fármacos; el 46% se destina a costes asistenciales, el 22% a costes ligados a bajas laborales, el 13% a ingresos hospitalarios y el 7% a pruebas diagnósticas, según este estudio.

La decisión del Ministerio de Sanidad se apoya en varias investigaciones que aseguran que, pese al perfil de seguridad de los medicamentos, no son realmente efectivos. Un informe de 2014 del ministerio, la Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud y del Departamento de Salud del Gobierno Vasco concluye sobre los Sysadoa: Las [recomendaciones internacionales] fundamentadas en técnicas de mayor calidad justifican el proceso de desinversión [...] y son convergentes en la no recomendación del uso de estos fármacos en el tratamiento de la artrosis de rodilla y cadera. Por su nula o baja eficacia no debieran ser empleados en el tratamiento de la artrosis”.

No hay unanimidad

Basándose en estas evidencias, varias comunidades autónomas habían recomendado que no se recetase esta familia de fármacos, pese a estar financiados, e incluso a desprescribirlos en el caso de los pacientes que ya los tomaban. Por idénticas razones, la Comisión Permanente de Farmacia del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y la Comisión Interministerial de Precios de Medicamentos venían solicitando la exclusión de estos principios activos.

Sin embargo, no hay unanimidad en la comunidad científica. Francisco Blanco, miembro de la SER, está en contra de la desfinanciación: “Si te basas en la medicina clásica y ves que estos fármacos son parecidos al placebo en algunos estudios, dirías que no hay que recetarlos. Pero en un enfoque de tratamientos personalizados es distinto. En pacientes de artrosis el placebo muestra mejoras en un 40% de los casos; los Sysadoa llegan en ocasiones al 60%. Hoy día tenemos estudios para saber con bastante precisión (un 80%) a quién le van a funcionar. Si podemos seleccionar a estas personas, iremos a un uso más racional del fármaco y puede ser beneficioso para numerosos pacientes”.

Blanco incide en que la población que sufre artrosis suele estar por encima de los 50 años, y muy a menudo, de los 65, con lo cual las comorbilidades son frecuentes. En estos casos, el uso de antiinflamatorios, la otra alternativa más común, no siempre son recomendables. “Los Sysadoa son fármacos muy seguros y no creo que se debieran retirar de la financiación de forma generalizada”, concluye.

La decisión, sin embargo, está tomada: los fármacos dejarán de estar financiados en unos meses, cuando concluyan los trámites que tiene que superar la medida. España se sumará así, si no hay un cambio de criterio en próximas semanas, a otros países de la UE que tampoco tienen estos principios activos subvencionados, como Francia, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, Eslovaquia, Irlanda, Islandia, Lituania, Noruega, Países Bajos y Malta. Otros, como Irlanda, Austria, Eslovenia, Bélgica, Lituania, Hungría e Islandia son considerados complementos alimenticios, no medicamentos.

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