Publicado: 8 de Julio de 2022
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, relacionada con la edad y que no tiene cura. Sin embargo, a cada paso, la investigación va acotando sus causas y se desarrollan medicamentos que, si no acaban con ella, por lo menos la retrasan. El problema está en los daños irreparables que se hayan producido hasta ese punto, pues condicionan la salud del paciente.
Un equipo científico de Universidad de Yale (EEUU), en su intento por revertir los efectos que esta dolencia provoca en el cerebro, ha presentado este miércoles en la revista Science Translational Medicine un nuevo fármaco que repara la sinapsis en las neuronas dañadas por la enfermedad de Alzheimer. Y no solo eso, sino que además impide que se acumule la proteína tóxica fosfo-TAU, implicada en la degeneración de estas células.
El estudio se ha realizado con modelos de Alzheimer de ratones envejecidos, "como prueba experimental inicial, porque creemos que predicen el resultado en humanos", ha comentado a Diario Médico Stephen Strittmatter, catedrático de neurología y neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y director del estudio junto con Zhengxin Cai, profesor de radiología del mismo centro. Además, han obtenido datos de primates no humanos (macaco Rhesus) y "ya han comenzado los ensayos clínicos, como se muestra en ClinicalTrials.gov", ha añadido Strittmatter.
UN ENSAYO CLÍNICO EN FASE 1
El ensayo clínico se encuentra en fase 1 y lo dirige Adam Meca, profesor de Psiquiatría del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Yale. Meca evalúa el fármaco BMS-984923, probando su seguridad, tolerabilidad, farmacocinética y el mecanismo de acción de este medicamento en cada dosis utilizando la tomografía por emisión de positrones.
La prueba comenzó el 25 de marzo de 2021 y termina este miércoles, coincidiendo con la publicación de los primeros resultados de laboratorio. En ella han participado 36 personas sanas de ambos sexos, sin antecedentes de deterioro cognitivo, con edades comprendidas entre los 50 y los 80 años.
La base experimental del estudio se ha hecho con ratones y macacos. Se centra en el efecto que tiene el Modulador Alostérico Silencioso (SAM, por sus siglas en inglés) mGluR5, desarrollado a través del compuesto experimental oral BMS-984923. El mGluR5 es un receptor implicado en la pérdida de la sinapsis cuando las neuronas son atacadas por la acción inmune de la microglía.
Lo que han visto Strittmatter y sus colegas es que el fármaco BMS-984923 previene la señalización sináptica aberrante inducida mientras preserva la respuesta fisiológica del glutamato. Lo hace al ocupar la posición del receptor mGluR5 en el cerebro, lo que evita, a su vez, que actúe el marcador sináptico C1Q, una proteína que provoca que las células gliales absorban la sinapsis.
Como muestran las tomografías por emisión de positrones (imágenes PET) registradas en ratones y macacos (y como se pretende comprobar en el ensayo clínico), el tratamiento restauró la densidad de las sinapsis, incluso tras el lavado del fármaco y pasado un mes, sin provocar efectos adversos. En ambos modelos, por técnicas de transcriptómica de un solo núcleo, se ha demostrado que el fármaco normaliza los patrones de expresión de las neuronas en mayor medida que las de la glía.
Por último, el equipo de Yale ha estudiado ratones doble knock-in (modelos animales modificados genéticamente para cambiar dos secuencias en su genoma e imitar la patología del Alzheimer) para analizar la acumulación de TAU, una proteína que está alterada en estos pacientes, lo que hace que se acumule en el interior de las neuronas de forma continua hasta que la empiezan a expulsar al espacio extracelular.
El equipo de Strittmatter ha comprobado en estos ratones que, la acumulación de fosfo-TAU, que tiene un efecto tóxico en las neuronas, se reduce con el tratamiento.
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