Publicado: 28 de Abril de 2020

Hacer pan, ordenar los armarios, organizar vermús con los amigos por videollamada, consumir más Netflix que nunca, bajar al supermercado vestido para enamorar... y una más: soñar mucho, vívido y rarísimo. Esta última es la costumbre de la que no se habla en las guías para sobrellevar el confinamiento, que si todo va bien podría entrar pronto en su última etapa. El mundo de la vigilia y el de las tinieblas parecen haberse cambiado los lugares. Durante el día vemos ciudades vacías, seres humanos vestidos con trajes a los que no estábamos acostumbrados y una vida que se desarrolla a cámara lenta, en un ambiente enrarecido y sin sus protagonistas habituales. Sin embargo, durante la noche, en sueños, muchos viajamos y nos reunimos con amigos y familiares. Y a veces, algo más.

¿Ha soñado algo raro últimamente usted? Yo tengo sueños extrañísimos absolutamente todos los días. Todos tienen algo en común: siempre se desarrollan lejos –se diría que mi subconsciente los usa para poder viajar– y en todos ellos interactúo de manera inusual con la gente que conozco. En los sueños todo es inusual, pensará cualquiera, pero aquí va un ejemplo: yo, alguien a quien en el contacto físico le da reparo y lleva practicando el distanciamiento social desde hace lustros, sueño a menudo que abrazo y beso. También he soñado ya dos veces con familiares fallecidos (no en la actual pandemia) que resucitaban de la forma más natural y con los que me voy a dar un paseo o a comer entrecot.

Según Google Trends, que analiza los datos que buscamos en la red, el término “sueños raros” ha subido de 0 a 100 en sus motores de búsqueda desde el 22 de marzo (el valor cien indica la popularidad máxima de un término). Entre amigos la pregunta es perpetua: “¿Tú también estás teniendo sueños extraños?”. También se lo han preguntado los medios internacionales más influyentes. “Nuestros sueños locos son solo la punta del iceberg psicológico”, dice "The Guardian". En The New York Times se han puesto más profundos: "¿Alguien más ha tropezado con la posible evidencia de que el universo posee una infraestructura metafísica finita detectada ocasionalmente por el subconsciente?".

La pregunta, un poco menos hormonada, se la hemos trasladado a una especialista. ¿Marca el mundo ordenado de nuestra vigilia lo que sucede dentro de nuestras cabezas cuando dormimos? "El sueño y la vigilia son un tándem indisociable e inseparable", confirma Paula García Casanova, Psicóloga especializada en sueño Grupo HLA y profesora del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante. "Aquello que vivamos, sintamos y hagamos durante el día influirá en nuestro sueño y viceversa. Existe gran cantidad de evidencia de que el contenido de los sueños refleja los problemas emocionales de la persona".

“Al principio de todo esto soñé cosas raras, como que leía una entrevista con Christian Gálvez en la que contaba que tenía coronavirus”, explica Raquel Piñeiro, colaboradora habitual de ICON y editora de guías de viajes en Barcelona. Los viajes, precisamente, son las claves de muchos de estos sueños. “Ahora he vuelto a soñar lo mismo de siempre , pero una consecuencia inesperada es que los sueños se han vuelto muy importantes para mí. En ellos estoy en sitios a los que ya no puedo ir con gente a la que ya no puedo ver”. Carlos, español que trabaja en Londres, cumple a rajatabla esta última característica: “No paro de soñar con festivales de verano con mis amigos. Que es algo habitual en esta época, cuando llega la primavera, pero lo que ha cambiado en las últimas semanas es que esos sueños son más vivos porque duermo peor”. Laura, logroñesa que trabaja en una galería de arte en Lisboa, afirma que le "está pasando a tope. Lo más llamativo es que sueño a menudo que camino, que doy paseos, nada más. A veces, con alguna amiga que no tengo cerca. En alguna ocasiones los sueños se convierten en pesadillas y, en vez de pasear, estoy huyendo".

¿Estamos soñando de forma insistente con todo aquello que no podemos hacer? "Freud dice que un sueño es, entre otras cosas, una proyección", explica García Casanova." Es decir, la externalización de un proceso interior a través del fenómeno onírico. Es interesante porque, para el padre del psicoanálisis, la proyección es también un mecanismo de defensa. Para él hay dos clases de motivos o puntos de partida para la formación onírica: un deseo inconsciente que por lo general está reprimido y que a través del estado de reposo encuentra la forma de salir a la conciencia o bien un deseo no satisfecho durante la vida diurna. Teniendo en cuenta estas ideas, podemos entender por qué en un momento tan particular como el que estamos viviendo, en el que nuestros deseos de diferente índole están detenidos, aplazados y prohibidos, estos afloren a través de las ensoñaciones permitiendo que, al menos en la esfera onírica, podamos cumplirlos".

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